sábado, 8 de diciembre de 2007

Pero sin embargo terminó...

No me gusta la gente repetitiva, aunque no puede decirse que nunca haya incurrido en la misma situación o con la misma persona. Pero estoy viviendo una etapa que se termina (de hecho, ayer concluyó) y tengo sentimientos desencontrados, y bastante rutinarios. Por eso el posteo anterior y éste con el discurso que escribí ayer horas antes de la entrega de diplomas.

Queridos padres, docentes, autoridades, compañeros y amigos:

Llegó el momento. Durante quince años no veíamos la hora de terminar el colegio, empezar la facultad, ser grandes, etapa muy lejana en ese entonces. Ahora nos encontramos en este punto, de llegada y de partida a la vez, y creo que más de uno se arrepiente de haber deseado lo anterior, y quiere que esto no se termine jamás. Cuando nos inscribieron en el colegio nuestros papás, algunos en sala amarilla, otros en sala verde, azul, primer grado, segundo o los posteriores, entramos con una meta a cumplir: aprender. Pero con el tiempo nos dimos cuenta que no sólo se cumplía ese objetivo, sino que pasábamos a formar parte de una comunidad, un grupo al cual pertenecemos de una forma u otra todos los aquí presentes.
Todo ser humano tiene, entre otros, dos aspectos importantes: el ser y el tener. El saber es parte del ser y es algo que nadie nos puede arrebatar porque está en nuestro interior, lo cual se diferencia con el tener, aquello material que poseemos, que estando fuera de nosotros nos lo pueden quitar. Por eso, el conocimiento adquirido a lo largo de nuestra formación es un tesoro verdadero y seguro, siempre y cuando sigamos con mejorando continuamente para no caer en la obsolescencia.
Aprendimos a sumar, a restar, multiplicar y dividir. Aprendimos a reir, a llorar, a emitir juicios críticos, a escuchar, a investigar, aprendimos a aprender. Y eso, sumado a la amistad y al compañerismo es lo que nos llevamos al concluir este ciclo de tantos años juntos en el colegio. Comenzamos con miedos, inseguridades, inconsistencias, vergüenzas, timidez. Y concluimos con fortalezas, confianza, orgullo, satisfacción por los logros obtenidos, y ganas de seguir.
Algunos nos lamentamos de habernos conocido terminando esta etapa. ¡Cuánto más completas hubieran sido nuestras vivencias aportando cada uno su visión sobre los momentos que pasamos juntos y las decisiones que debimos tomar! El año que viene cuando nos veamos, nos vamos a dar esos abrazos que te das cuando hace mucho que no ves a alguien. Sabemos que no va a ser lo mismo, que vamos a dejar de vernos las caras todos los días: caras de inocentes en el jardín, de dormidos a las siete de la mañana, demacrados y cansados después de salir el día anterior, y de euforia mezclada con melancolía y nostalgia el último día de clases.
Vamos a estar separados pero juntos, y en cada reunión van a recordarse esas anécdotas que nos hacen reir hasta hoy, como los 'Riesgo yo lo vi', '¿Quién fue Mahoma?', 'Sileeencio señores' de Gabe; 'Alumnos no se van a eximir' del queridísimo profesor Lonné; Mariela que nos esclaviza con fotocopias de ejercicios; 'Presten atención porque tomo todo lo que digo en clase y después nadie lo sabe' de Marita; 'Somos polvo cósmico', 'Esto les va a cambiar la vida' de Burgeois; los menos y los más de Pira, y la rutinaria oración antes de cada clase en la que pedíamos por el examen del día; la delicadeza y ternura que nos da Alice; 'La nota se va a ver reflejada en el trimestre' de Augusto; los enojos de Lili que se pasan al rato; el cariño excesivo y maternal de la Chela con su 'Chicos, los amo' o con 'Por favoooour'; la REI con sus excluidos, incluidos, las peliculas y la macrocefalia, por parte de Alice Navarrete siempre a la moda; Aude, su barrilete y su frase del primer día 'No es problema mío el que no se sube al tren, yo sigo'; Bondesio y sus examenes de química para superdotados; el ojímetro y el OTE de Edith Bruno; el aliento de 'Vamos chicos, vamos que es lo último' de Lucas; los eternos 'Decime un número' de Susan que nadie quería que le toque para dar oral; 'Señoooooores' de Bauger; 'A ver niñitos' de Mechi Pintos; la buena onda de Nati Reynoso y los dibujos con protuberancias que haciamos inconscientemente; las paparruchadas, la foto de la papa, y las locuras de Eric; 'No hay problema', '¡Chicos, chicos!' de Herni Vásquez; los insistentes 'Platón lo escribió siglos atrás y lo vemos en la actualidad' y '¡Qué bonito eh!' de Mati Arteaga, las clases de religión con Leti que siempre terminaban en preguntas sobre el aborto y los adivinos, Mallo Huergo y sus mojones, Sara Mon, su ferviente defensa de los derechos humanos y sus exámenes temidos por todos, Agus el preceptor de este último año que nos tuvo que bancar las medias faltas, las entradas tarde al aula, los malhumores y a quien le tuvimos que hacer su trabajo: pasar lista.
Ellos entre otros, fueron los responsables. Estos quince años en el colegio no hubieran sido lo mismo sin ustedes, sin cada uno de los que forman parte de los tres cursos: A, B y C, sin cada uno de los profesores, preceptores y directivos.
Ahora nos toca asumir el pasado como espacio de experiencia adquirida, aprendizaje y memoria, el presente como ámbito de iniciativa y acción, y el futuro como horizonte de esperanza y cambios.
Para finalizar, queremos rescatar un fragmento del libro 'El guardián entre el centeno', que leimos este año y nos identifica:
" Pero lo que más me gustaba de aquel museo era que todo estaba siempre en el mismo sitio. No cambiaba nada. Podías ir cien mil veces distintas y el esquimal seguía pescando, y los pájaros seguían volando hacia el sur, y los ciervos seguían bebiendo en las charcas con esas patas tan finas y tan bonitas que tenían, y la india del pecho al aire seguía tejiendo su manta. Nada cambiaba. Lo único que cambiaba era uno mismo. No es que fueras mucho mayor. No era exactamente eso. Sólo que eras diferente. Eso es todo. Vamos, que siempre pasaba algo que te hacía diferente (...) Hay cosas que no deberían cambiar, cosas que uno debería poder meter en una de esas vitrinas de cristal y dejarlas allí tranquilas. Sé que es imposible, pero es una pena."

Con esto queremos recordarles y recordarnos que el aprendizaje nunca termina, que hoy es el primer día del resto de nuestras vidas y somos los protagonistas de nuestro destino. Felicidades, y hasta siempre egresados promoción dos mil siete...

4 comentarios:

Florencia dijo...

Hey, me gustó mucho tu blog y tu forma de expresión, por supuesto. Un saludo, que sigas bien :)

Nicolás Lucca dijo...

A mi por suerte me toco vivir el viernes la entrega de diplomas de mi hermano. Sinceramente me pego duro. Fue revivir muchas cosas propias. Y ahora este discurso...
Me vas a hacer mal, che!
Besos!
Y DISFRUTE TODO LO QUE PUEDA Y MAS!

Juan Ignacio dijo...

Hey, como estas, nena??

Amélie Poulain dijo...

Puntoycoma,
gracias totales! (ahora que está taaan de moda) Vuelva cuando quiera, otro saludo :)

Bruno,
y sí, suele pasar.. son recuerdos imborrables, otra que el título. Y perdón, no es mi intención, nunca viene mal mirarse los pies y acordarse de quién fue, y quien es uno. Gracias e igual para ud!

Juani,
puedo decirle así? Jaja.. bieeen ahora más tranquila y usted, digo, y vos?