No consigo dormir y decido exteriorizarte, compartirte. Hace días te pienso y noches te sueño.
Payaso con ese rasgo único de alegría y tristeza. Nostalgia y no tanto. En la cara una lágrima, no sé qué tan pintada. Y una sonrisa enorme roja y blanca, o verde, negra y blanca. Cascabel, remolino de música y poesía. Asombro cotidiano. Jamás imperceptible. Con ella lápiz y papel, siempre magia a cuestas. Y melancolía.
Te recuerdo en cada tormenta, en cada aplastamiento de las gotas. Una muñeca. Definitivamente lo eras, esas de porcelana que son tan lindas como frágiles y delicadas. Eso decían todos y todas cuando te conocían -y cuando sólo te veían pasar-. Y esa gente con la que nunca cruzaste palabra ¡¡qué desperdicio!! Para ellos, claro. No pudiste compartirles ni un atisbo de tu ternura, tu inocencia o tus ganas detodoydenada en simultáneo.
Jamás imperceptible. Quizás no te lo dije nunca, al menos con palabras, eso seguro. Pero lo pensé –y sentí, que es más fuerte- desde el día que te conocí, gracias a una buena y vieja amistad. Recuerdos pocos en cantidad e insuperables en calidad. Llanto de fin de año sin motivo –o con miles soslayados, ocultos-. Misteriosa, decías a medias, nunca supe por qué. Encerrada en un baño entre una multitud de gente festejando, bailando, celebrando el final del año. Y vos escribías, dejabas salir todo, o lo que podías en tus palabras tan rebuscadas, tan tuyas. Tristeza infinita de no poder comprenderte. Desolación y abrazo, con desconcierto. Imborrable.
Alma de diamante. Infinita. Pienso y repienso y creo que es ese tu adjetivo: infinita. Y si tuviera que buscar un sustantivo tampoco dudaría. Sigo sosteniendo –quizás cayendo en un lugar común- que no eras de este mundo. Jamás lo fuiste. Demasiado terrenal para vos, ángel.
Con K de guerrera germana, solías contar. Te presentamos a tu primer amor: A primera vista –cuando te crecieron alas, volaste-. Momento mágico y simple, no podía dejar de ser así. No fue fácil adolecer pero tu nombre encajaba perfecto –lo mismo con las letras de RIE, juego de palabras que te gustaba bastante-. Una sonrisa al hombro y adelante. Podrán tildarme de obsecuente pero siempre te admiré y te quise -¿quién hubiera podido no hacerlo? Pienso convencida-. Hasta te tuve celos alguna que otra vez por ir con un falso actor mexicano a navegar, o algo por el estilo. Se me mezclan recuerdos y conversaciones de 273 cartel rojo. Hace tanto tiempo ya…
Las letras brotan a raudales y ya no sé si compartirlo. ¿Alguien sabrá apreciarlo? ¿Fusionarán mis letras con sus recuerdos? No estoy segura que te reconstruyan como yo, cada uno a su modo, seguro con más historias o anécdotas, siempre líricas y musicales. Artísticas. Me quedaste corta.
Muchacha pielderayón, no corrés más. Detenida en memorias, cabezas y corazones. Te quiero siempre y te pienso seguido, en fotos de paisajes blancos y negros, en narices respingadas, en ojos casi transparentes con pestañas laaargas apenas maquilladas. Y bucles, muchos rulos -ricitos de oro te decían por ahí- que en algún momento por coraje desaparecieron. Y risa chiquita, muy sutil, como la que le adjudica mi imaginación al principito amigo del aviador perdido. Existen personas inolvidables, y sin dudarlo afirmo que perteneces a ese breve catálogo.
Sentimientos a flor de piel y conclusión rara/poco convencional. Aunque no lo quisieras -y nadie lo quisiera- no iba a ser común, ordinario. No. Distinta siempre. Desde ese día le tengo miedo a las tormentas –respeto, le dicen-.Y las maldigo. Me gustaría asociarte, además, con algo que no tuviera forma de lágrima como una gota de lluvia, pero creo que todo es por algo.
Firmado: Alguien que te quiere y a quien le encantaría volver a compartir un ratito -al menos eso- tiradas en el pasto de la Repu, descalzas, buscando formas en el cielo.